lunes, 6 de agosto de 2012

Colaboraciones para Punto Tec



De la Energía a las Ciudades
Por Gabriel González Delgado

L
a energía es la semilla de la misma naturaleza que, en un momento preciso, unas trillonésimas de segundo después del Big Bang, pasó de un estado a otro para dar origen a la materia. Sabemos que la energía no se crea ni se destruye, ésta sólo cambia de forma, es decir, sólo se transforma ¿Cómo esta ley física ha forjado nuestra percepción del entorno? Con lo anterior podemos analizar dos de sus variables: la económica, que ha modificado el estado social del hombre a través del tiempo; la tecnológica, que ha permitido la evolución y sus cambios de pensamiento.
En el saber humano se conocen dos maneras de llegar al conocimiento. El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia, afirmando que ésta es la base de todo conocimiento. Por el contrario el racionalismo que se opone al empirismo, es una corriente de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento. El hombre primitivo empezó a evolucionar a medida de sus necesidades, comenzó a perfeccionar sus técnicas de caza a través de la experiencia y construyendo herramientas que facilitarían sus tareas. A medida que avanzaba en su evolución, el hombre se estableció alrededor de los cuerpos de agua, como los ríos (el Tigris, el Nilo o el Éufrates) donde se establecieron las civilizaciones más antiguas. El hombre empezaba a experimentar el sedentarismo. Una vez establecido comenzó el desarrollo y auge del sistema de intercambio: el Mercado.
Después de pasar por una época de oscuridad, la misma que condenó a Galileo, el hombre  sale de la cueva para entrar en una era de razón. A partir de esa época de Ilustración, el hombre empieza a experimentar cambios profundos que posteriormente dieron paso a las revoluciones. Se adquiere una conciencia a partir de las corrientes enciclopedistas. Después una nueva revolución, una industrial, propicia que cada vez más personas emigren a vivir a estos asentamientos y les hicieron llamar: ciudades. Hubo quienes se oponían a esas ideas de maquinización; en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, se dio el ludismo, un movimiento social obrero que buscaba acabar con el nuevo planteamiento productivo mediante la destrucción de las máquinas para mantener el trabajo artesano y manual, pero la tecnología se impone por la convicción de que la técnica es más eficaz y definitiva que cualquier otra solución organizacional. Cada vez más personas del campo empezaron a emigrar a las ciudades, se da un crecimiento demográfico acelerado a medida que la industrialización avanza y penetra en todos los aspectos de la sociedad.
La sociedad, íntimamente ligada a la ciudad, integradas a través de diferentes sistemas como una sola entidad. La ciudad es, según Platón, un espacio para la vida social y espiritual y que estará encaminada a elevar a los hombres a la virtud. Aristóteles le da un carácter político y la define como un conjunto de ciudadanos, de tal manera que la ciudad no es un espacio determinado sino un conjunto de ciudadanos libres, ejerciendo en común sus libertades públicas, siendo el espacio un aspecto secundario.
La tecnología juega un papel importante en la mecanización, pero el problema de una superproducción trae consigo una superpoblación. Thomas Malthus afirmaba que una superproducción, que hoy se observa en países donde cocinan con las viejas recetas neoliberales, suponía un problema de superpoblación. Hoy en día podemos comprobarlo, pues actualmente somos más del doble de la población mundial que en los años 50’s y, los problemas energéticos actuales son aún más graves que en aquellos años.
Según estudios de la "ONU" para el año 2025 el 63% de la gente del planeta vivirá en las ciudades; en América Latina, Asia y muchos otras partes del mundo éstos porcentajes ya están sobradamente superados. El mundo vive un acelerado proceso de urbanización como consecuencia del proceso de industrialización que se realiza en las ciudades, el cual demanda verdaderos ejércitos de "mano de obra" barata, proveniente del campo y por ser la ciudad el lugar donde se concentra toda la infraestructura de servicios públicos; con excepción de las actividades primarias como la agricultura, la minería, etc., base y sustento de la industria.
Las ciudades actuales producen todo tipo de chatarra tecnológica, el mercado está inundado de toda clase de artefactos de alta tecnología, que si bien es cierto algunas vienen a simplificar algunos aspectos de nuestras vidas,  la mayoría de estos productos intentan llenar el vacío de una criatura afligida por un sistema de intercambio que les condiciona al progreso, al éxito o alguna posición privilegiada dentro de la sociedad, mediante la sumisión hacia un sistema voraz. Vivimos en una sociedad habitualmente acostumbrada a los productos de alta tecnología. La nueva Era Digital trae consigo cambios sustanciales en la forma de pensar y nos da una ventaja evolutiva dentro de una mono cultura tecnológica en un conjunto de ciudadanos,  donde la globalización es solo un tópico más de la vida diaria, y la velocidad con la que se generan las comunicaciones nos pone en un escenario global como “Ciudadanos del Mundo”, viviendo en una Aldea Global Electrónica donde los rasgos de la sociedad son concebidos en una matriz de tecnología pura. Una nueva cultura basada en el avance de la técnica nos ofrece una visión diferente de nuestro entorno y extienden la ideología del progreso tecnológico. Se entiende a la técnica como consecuencia de la aplicación de las leyes físicas en un terreno utilitario.
Los sistemas y conceptos actuales se quedan obsoletos ante una sociedad cada vez más carente de recursos energéticos: sean estos alimentos, energía eléctrica y combustibles fósiles o biocombustibles. Los combustibles fósiles nos dejan en la miseria debido a la alza en los precios; en el caso de los biocombustibles, estos suponen un agravio al problema de alimentos en el planeta, pues se dejan de producir semillas destinadas para alimentos. Consumimos y agotamos toda fuente de alimentos y de energéticos. En tiempos pasados la fuente energética más usada era el carbón; hoy el petróleo, cada vez más escaso  y su costo cada vez más alto, dejará de ser el energético principal que mueva los motores de nuestra industria, frente a una creciente producción de combustibles hechos a base de granos de maíz o de arroz, sin duda, el petróleo dejará de producirse para dar paso a la producción de biocombustibles.
Las ciudades de hoy  nos dejan en la necesidad, las distancias, los precios en combustible y alimentos aumentan significativamente. Al mismo tiempo que consumimos, producimos cantidades ingentes de basura y contaminación, en nuestra actitud hedonista olvidamos por completo el mal metabolismo en el que hemos impuesto en nuestras ciudades. Definitivamente las ciudades hoy no han elevado a la virtud al hombre ni tampoco ha sido un espacio para su florecimiento. Las mega ciudades enfrentan obstáculos sociales y ecológicos. Otra de las inquietudes son en cuanto a las responsabilidades de gasto y movilización de recursos. En Asia y América Latina, las mega ciudades manejan las funciones y responsabilidades de una provincia además de potestades políticas y económicas superiores a los municipios. Una mega ciudad es usualmente definida como un área metropolitana con más de diez millones de habitantes.
El urbanismo de las últimas décadas del siglo XX se preocupa cada vez más de establecer o ejecutar políticas de servicios públicos y de proporcionar estos servicios. Como es obvio que los recursos son limitados y que los acontecimientos globales afectan al futuro de cada comunidad. En el futuro las ciudades dejarán de crecer horizontalmente para dar paso a los nuevos conceptos verticales y estarán diseñadas para no crecer; deberán encontrar un equilibrio entre lo social, lo ambiental y lo económico. Estas tendrán que producir tanto su propia energía así como los alimentos para consumo. Tendrán que reciclar y reutilizar los desechos que ahí se producen.

“Es el hombre quien en sus intercambios materiales, cambia junto a su existencia real sus pensamientos y los productos de sus pensamientos”

Karl Marx

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